Los días mejoran y la primavera está a la vuelta de la esquina. Dejamos atrás los días grises y el sol es el protagonista de la próxima estación.
Es normal que nos sintamos mejor y con más energía si nos topamos con un día soleado, y es que la exposición al sol nos entrega una directa carga de vitamina D.
La vitamina D es uno de los micronutrientes indispensables para la salud y el buen funcionamiento de diferentes estructuras que integran el organismo. Esta vitamina es fundamental para la salud de los huesos y el sistema inmunológico.
La principal fuente de obtención de esta vitamina, la encontramos en los rayos ultravioletas del sol. Sin embargo, también se encuentra de forma natural en un reducido grupo de alimentos como son los pescados, champiñones, yema de huevo, palta, cereales y lácteos.
El sol y la vitamina D
Conocida como la vitamina del sol, y es que como mencionamos anteriormente la principal manera de “ingerirla” es exponiéndose al sol y recibir los rayos ultravioleta.
El procedimiento es fácil, solo basta con exponer la piel al sol directamente. Pero ojo que el tiempo de exposición es importante. Los expertos recomiendan tomar sol durante unos 20 minutos diarios.
Además, la exposición solar no tiene por qué ser en la playa o la piscina, si no que puede llevarse a cabo en ventanas, balcones, patios o incluso en la propia calle. Basta con exponer brazos, piernas y rostro al sol para elevar o mantener unos valores de vitamina D considerables en el organismo.
También es posible aumentar los niveles de vitamina D mediante la ingesta de suplementos vitamínicos. Esto es algo que cada vez es más común entre la población, sobre todo luego del encierro masivo que trajeron las largas cuarentenas por la pandemia. Es recomendable contar con la supervisión de un especialista cuando se lleve a cabo este tipo de tratamientos.
También recordar que una sobreexposición al sol puede ser perjudicial para diferentes aspectos de salud, ya que es una de las principales causas de aparición de cáncer de piel.
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