En algún momento de nuestra vida nos hemos topado con una persona controladora, esas que necesitan literalmente tener el control de las situaciones. Las que, si no tenemos cuidado, pueden tener un impacto negativo en nuestras vidas si no nos cuidamos de ellas. Si crees que puedes ser una, pero quieres mejorar, te sugerimos leer la siguiente nota.
En general, una persona controladora se distingue por querer dictar cómo tienen que actuar los demás, o toman decisiones por otros sin respetar opiniones, y hasta tienden a tener las cosas planeadas en su mente de antemano.
A continuación te presentamos los siguientes rasgos que tienes que tener ojo por si crees que eres una:
Hablan de un “bien común” para tomar decisiones por otros
Puede ser bastante frecuente que una persona controladora actúe como si fuese lo más normal del mundo adelantarse a las decisiones de otros y tomar ellas mismas por la otra persona. La justificación sonará siempre a algo muy parecido a cosas como “no perder el tiempo” o “hacer lo correcto para todos”.

Utilizan la culpa como herramienta de manipulación
Los sentimientos son un aparato más que efectivo para manipular. La opción recurrente de estas personas es la culpa, donde los demás tienen que sentirse responsables por su bienestar emocional.
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Algunos ejemplos famosos suenan así: “Después de todo lo que he hecho por ti” o “si me quisieras, no me harías esto”, entre los más usados para condicionar la conducta a través de las emociones.
Reinterpretan los hechos a su favor
Esta puede ser una de las estrategias más sutiles pero muy efectivas. Puesto que exagerar una situación, omitir detalles importantes o reinterpretar el significado de lo que alguien más dijo para que tenga sentido con la narrativa que ellos exponen, no es una mentira al 100% pero al ser una verdad a medias tienden a decirla con mayor confianza.
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