Este miércoles 31 de agosto, se cumplen 25 años del fallecimiento de Diana de Gales, también conocida como Lady Di.
Esto porque fue el 31 de agosto del año 1997, que la denominada «princesa del pueblo», murió luego de protagonizar un accidente de tránsito en la ciudad de París en Francia.
De hecho, la muerte de Lady Di se produjo cuando ella y su pareja Dodi Al Fayed, iban transitando por el puente de Las Almas, tras escapar de la prensa.
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A 25 años de su muerte: Los sueños que Lady Di no pudo cumplir
El 12 de julio del año 1996, el príncipe Carlos y Lady Di oficiaron su divorcio, que según informó la casa real, se llevó a cabo de forma «amistosa».
Sin embargo, a pesar de no pertenecer de forma directa a la familia real británica, Diana de Gales tenía bastantes sueños, ligados al servicio público.
De hecho, según dio a conocer Roberto Devorik, confidente de Lady Di a El País, Diana quería ser embajadora del Reino Unido.
Además, para lograr esto, Diana de Gales visitó en enero de 1997 el país de Angola, donde hizo un fuerte llamado a terminar con las minas antipersonas, ya que dicho país llevaba 25 años de guerra civil.
Claro que esta visita no fue bien recibida por el gobierno británico. ¿La razón? Debido a que Reino Unido era el que fabricaba las bombas.
Al punto que el viceministro de Defensa de la época trató a Lady di de «bala pérdida» y «mal informada».
No obstante, Lady Di respondió en ese entonces que era: «una distracción innecesaria. Qué tristeza. Hago una labor humanitaria, no política.
Tras este viaje, Diana de Gales volvió a Inglaterra, donde le confesó a Roberto Devorik, que le gustaría haber sido embajadora.
«Estaba entusiasmada. Tenía las ideas muy claras. Ese día me dijo: ‘Roberto, quiero convertirme en revolving ambassador de mi país en el mundo. Quiero ser embajadora de buena voluntad o itinerante‘», expresó Devorik al citado medio.
Además, Roberto Devorik agregó «Incluso me comentó que iba a hablar con el Foreign Office (el Ministerio de Asuntos Exteriores británico) para discutir su papel dentro de la diplomacia. No quería terminar como una princesa dedicada a besar bebés y cortar cintas o, mucho peor, como una princesa en el exilio, cruzada de brazos».
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