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Ante el 8M: El glosario feminista que necesitas para la igualdad de género

Actualmente la lucha por la igualdad de género sigue y cada vez se agregan nuevos conceptos a nuestro vocabulario que nos ayudan con ello.

Lidia Chávez |

Glosario Feminista

Glosario Feminista

Ad portas de conmemorar un nuevo Día Internacional de la Mujer, es bueno tener claro ciertos conceptos que cada vez son más usados en conversaciones sobre el empoderamiento de la mujer y la lucha contra el sexismo.

Sea con pandemia o no, habrán varias actividades para conmemorar esta fecha, como seminarios virtuales y reuniones.

Pero si quieres estar claras con los conceptos que actualmente están en la palestra, aquí te dejamos algunos de ellos.

Glosario Feminista

Hay que tener claro que el feminismo no se trata de odiar a los hombres. Según la Real Academia Española (RAE), este concepto se define como «el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre así como el movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo».

ONU Mujeres también lo define de manera similar. «El feminismo es un movimiento que defiende la igualdad de derechos sociales, políticos, legales y económicos de la mujer respecto del hombre», detallan.

La RAE define este concepto como «actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres» o también como «forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón».

El término fue propuesto por el sicólogo Luis Bonino Méndez, en 1991, para aludir a esas prácticas que se llaman como ‘pequeños actos de tiranía’ y ‘violencia soterrada’. Según la Universidad de Uruguay engloba «pequeños gestos, actitudes, comentarios y prejuicios que se manifiestan en lo cotidiano contribuyendo a la inequidad y colocando a la mujer en una posición inferior al hombre en ámbitos sociales, laborales, jurídicos y familiares».

Estas prácticas son bien sutiles y habitualmente pasan inadvertidas, pero cuando se denuncian son tildadas de exageradas o se les quita importancia. Pero lo cierto es que afectan a la salud mental de la mujer, su autoestima y quitándole su seguridad en sí misma. Esto se convertiría en violencia de género invisible o invisibilizada, la cual tiene carácter implícita y es normalizada en la sociedad patriarcal.

Según un documento de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, el sexismo fue definido por María Pilar Lampert como «una forma de discriminación basada en el sexo, donde el sexo masculino es entendido como “lo universal”, es decir, como aquello que supedita o contiene al sexo femenino, tendiendo a concebirlo en una posición secundaria e inferior». 

De acuerdo a varios autores que hablan de esto, con el sexismo se ha oprimido, subordinado y negado los derechos de las mujeres en todos los ámbitos de las relaciones humanas. Ya sea con mecanismos violentos o sutiles.

¿Has escuchado la frase de que ‘vivimos en una sociedad patriarcal’? Pues esto apunta desde la sociología y según la RAE, a una «organización social primitiva, donde la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia».

Literalmente, significa el ‘gobierno de los padres’, como explican en el sitio Mujeres en Red. A lo largo de la historia este concepto ha sido usado para designar un tipo de organización social, donde la autoridad la ejerce el varón, jefe de familia, dueño del patrimonio.

Este concepto se ha debatido en distintas épocas históricas, pero en el movimiento feminista de los años sesenta se buscaba una explicación, que diera cuenta a la opresión y dominación de las mujeres.

Las feministas a lo largo de la historia han ido analizando el patriarcado en distintas épocas y lugares, donde se ha visto que estructura tanto la vida pública como privada, desde la familia al conjunto social.

Según Mujeres en Red, el poder del patriarcado puede basarse en origen divino, familiar o fundarse de acuerdo a voluntades, pero «en todos estos modelos, el dominio de los varones sobre las mujeres se mantiene».

Según Gerda Lerner, en sentido amplio, el patriarcado lo definió como “la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niños/as de la familia y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la sociedad en general”.

Este término está formado por la raíz griega de ‘miseo’ que significa odiar y ‘gyne’ que alude a mujer. Esto se refiere al «odio, rechazo, aversión y desprecio de los hombres hacia las mujeres y, en general, hacia todo lo relacionado con lo femenino».

Este odio a raíz de opiniones o creencias negativas sobre la mujer desencadena conductas negativas hacia ellas. Esta misoginia se manifiesta en varios ámbitos, como en las críticas o sobreexigencias al cuerpo de las mujeres, ya sea por su vestimenta o comportamiento. También se expresa en la desconfianza hacia sus conocimientos, opiniones o relatos, además de ofensas a lo femenino (como la típica frase de ‘peleas como niña’).

Este término tiene que ver con la hermandad, complicidad o alianza entre mujeres, para defenderse y apoyarse en la lucha contra la discriminación y violencia de género. 

Según la RAE, una de sus definiciones es «relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento».

Una investigadora mexicana, Marcela Lagarde, fue una de las impulsoras de usar este término en la actualidad, en a lucha feminista. Según ella, la sororidad sería un un pacto político entre mujeres cuyo objetivo es vivir la vida con un sentido profundamente libertario.

Esta palabra tiene que ver cuando la persona indica que desea tener relaciones sexuales con otra. Esta palabra habla de dar permiso antes y durante el sexo. Es esencial en lo sexual, ya que sin consentimiento, se trataría de una agresión sexual o una violación.

Varias agrupaciones y mujeres han argumentado que muchas mujeres, a pesar de no haber dado consentimiento, no pueden físicamente defenderse. Además, está el factor de temer una agresión y también el aprovechamiento de hombres cuando las mujeres están bajo efectos del alcohol u otros estupefacientes.

 

Este es un término que en los últimos años se ha ganado una connotación muy negativa, que tiene su raíz en el machismo. 

La palabra la inventó un locutor estadounidense, Rush Limbaugh, para referirse a las mujeres feministas que en los setenta se manifestaban por el derecho al aborto. Este mismo sujeto popularizó la palabra en su libro «La forma en las que las cosas deberían ser» (1992). Claramente, su uso es peyorativo.

Hoy se sigue usando esa frase para definir a feministas que tienen una actitud más radical. Pero este término no se debería usar, primero por su origen, segundo, porque una feminista no aboga por eliminar a los machistas u hombres como haría ‘un nazi’. Y tercero, el feminismo busca equidad, no superioridad.

La Facultad de Psicología de la Universidad Diego Portales, señala que es una práctica más habitual de la que pensamos. Aquí se busca desacreditar las habilidades de una mujer, a través del discurso. Esta sería una forma de micromachismo, ya que es más bien sutil, pero busca silenciar a la mujer. Es un intento de los hombres de mantener la soberanía por sobre la mujer.

La psicóloga Guila Sosman, explicó que es una violencia psicológica que se manifiesta principalmente en el ámbito laboral y académico, territorio soberano de los hombres a través de la historia. «Se trata de no escuchar, no validar sus opiniones, explicar nuevamente lo que ya han dicho o interrumpir para mostrar superioridad intelectual. Este tipo de prácticas perpetúa las dinámicas de violencia de género en las que no se deja expresar libremente a las mujeres y finalmente se las silencia», explicó.

Supuestamente, los hombres «responden así cuando sienten que su territorio ha sido invadido. Esto lo vemos mucho en los juicios de familia, en los que el discurso de la mujer no tiene peso por sí solo; tiene que ir acompañado y respaldado por pruebas y testigos. Está la noción de que la mujer es más emocional y como lo emocional es menos valorado, finalmente es como si la mujer no fuese un ser racional y entonces su palabra tiene menos peso».

Este es un término relativamente nuevo, pero según Google se popularizó en 2014. El manspreading se refiere a la tendencia por muchos hombres de abrir las piernas, ocupando más del espacio necesario en los asientos de transporte público.

Si bien el término es nuevo, la práctica no. Es más, en los setenta, una fotógrafa feminista, Marianne Wex, se dedicó a documentar en sus fotos este fenómeno. Se publicó hasta un libro de estas observaciones, llamado Let’s Take Back Our Space: Female and Male Language as a Result of Patriarchal Structures.

 

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