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¿No será mucho? El comentado chascarro de Simón Oliveros en Mucho Gusto

En medio de un despacho desde San Bernardo, Simón Oliveros vivió un divertido e hilarante chascarro en el matinal.

Simón Oliveros Mucho Gusto
Captura Mucho Gusto

Durante la mañana de este martes 05 de julio, en el matinal de Mega, Mucho Gusto le tomaron el pulso a la jornada.

Recordemos, que esta mañana en la Región Metropolitana se vivió una mínima bajo cero, por lo que se sintió el frío en gran parte de la capital.

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Y de hecho, el periodista Simón Oliveros, protagonizó una divertida situación en Mucho Gusto, ya que se negó a bajarse del auto, pues hacía demasiado frío en la calle.

Sin embargo, tras un rato conversando con Karla Constant, Roberto Saa y Michelle Adam, finalmente el periodista salió.

Simón Oliveros protagonizó divertida situación en móvil del Mucho Gusto

Una vez que Simón Oliveros, dio a conocer que efectivamente la mañana estaba helada, comenzó a hablar con las personas que transitaban por la comuna de San Bernardo, a quienes también les preguntó por el tema de las bajas temperaturas.

No obstante, mientras conversaba con uno de los transeúntes que estaba en el lugar, el nombre de uno de ellos le llamó la atención al periodista Simón Oliveros.

«Saludos a mi familia. Somos los Lazo Bravo. Saludos a mi hija y mi hijo también», expresó el entrevistado de Mucho Gusto.

Y fue en medio de esto, donde Simón Oliveros comentó «Le decían el pichu… No, son pesados, son pesados».

Tras esto, la animadora Karla Constant agregó entre risas: «te fuiste al chancho».

Pero, para salvar la situación, Simón Oliveros añadió» Son cosas que se me ocurren, es que me acordé de un compañero de curso».

«Oye Simón, frase para el bronce», expresó Karla Constant.

Claro que la cosa no quedó ahí, ya que el periodista Roberto Saa complementó diciendo: «Yo soy de la misma tribu, de hecho a mí la talla se me ocurrió, pero Simón la verbalizó. Somos cortados con la misma tijera».

Finalmente, Simón Oliveros cerró diciendo: «Por eso me suspendían en el colegio a cada rato. Yo tenía un amigo que se llamaba Andrés, que se le ocurrían todas estas tallas, y me decía ‘dale no más, si no va a pasar nada’, y yo las lanzaba y me mandaban a inspectoría».

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