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Padre de Paloma Mami cuenta cómo fue la infancia de su hija en Nueva York

No fue hasta que sus padres se separaron, hace tres años, que Paloma, su hermana y su madre llegaron a Chile. Antes pasó toda su vida en Nueva York.

Paloma Mami se ha transformado en todo un fenómeno en nuestro país y uno de los aspectos que más causan interés de su vida es precisamente su pasado en Nueva York, Estados Unidos.

Y es que la cantante nació en ese país y no fue hasta hace poco, con la separación de sus padres, que ella, su hermana Sofía y su madre, Andrea Astorga, llegaron a Chile.

En conversación con «LUN», el padre de Paloma, Jorge Luis Castillo, cuenta detalles de la infancia de sus hijas en Norteamérica y lo especial que siempre fue la intérprete de «Not Steady».

La vida de Paloma Mami en la Gran Manzana

«Debe haber tenido unos 8 años cuando le regalamos un piano eléctrico para que pudiera llevarlo a todas partes. Inmediatamente se puso a cantar sus propias versiones de canciones conocidas. Les cambiaba el tono, la melodía», explica Castillo.

Además revela que una de las grandes pasiones de su hija cuando pequeña fue el fútbol, pero que ya en la adolescencia lo abandonó. Asegura que Paloma siempre fue distinta a las otras niñas. buscaba vestirse diferente y para los trabajos escolares siempre buscaba hacer algo distinto.

Cedida a LUN

Jorge se radicó en Nueva York cuando salió del colegio, se ganó una beca para estudiar Arquitectura y ahí se quedó. Cuenta que cuando «Paloma y Sofía tenían 2 y 4 años fue que me compré un departamento en Nueva York, en el sector Upper East Side, en la calle 82 con York Avenue (…) Estuvieron en los mejores colegios, en un barrio bien tranquilo», aseguró.

El momento de más orgullo

El arquitecto se muestra orgulloso del éxito de su hija y asegura, «estoy seguro que para ella no hay límites».  Sobre el momento más emocionante del ascenso de Paloma, Jorge dice que fue cuando Paloma apareció en las pantallas de Times Square en Nueva York destacada como «Artist to watch (Artista en la mira).

«Cuando me avisó que pasaría eso se me cayeron las lágrimas (…) Fue un orgullo que esto sucediera en mi ciudad. Todos los días me iba a mirarlo. Ella también decidió venir porque tampoco lo podía creer», confiesa.

 


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