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El matrimonio simbólico de Patricia López con su novio europeo en Uruguay

En abril de este año Patricia López decidió radicarse en Uruguay ¿La razón? Emprender junto a su pareja un viaje espiritual que hoy sellan con matrimonio.

Fue en abril de este año que Patricia López tomó la decisión de dejar el país y radicarse en Uruguay ¿La razón? Emprender junto a su pareja un viaje espiritual en el centro de la Fundación Isha, el sistema de meditación y filosofía de la maestra espiritual Isha Judd.

«El hecho de vivir esta experiencia juntos nos pareció una idea excelente para sanarnos individualmente y como pareja», aseguró la actriz a «LUN» sobre la experiencia que vive con su novio, un europeo con el que lleva dos años y medio de relación, sin querer revelar más detalles sobre el hombre que le robó el corazón.

«Fuimos muy valientes, somos sólo dos parejas haciendo los seis meses. Ha sido confortante, al principio no fue fácil pero es lo más bello que hemos hecho por nosotros. Nos decimos la verdad, nos mostramos abiertos a nuestras emociones y sentimos cada vez más amor entre nosotros», agregó Paty.

El matrimonio

Hoy la aventura está casi llegando a su final y el vínculo entre los dos ha alcanzado un nuevo nivel, pues estando ahí López quiso perdirle matrimonio a su novio y él aceptó.

«Fue un compromiso que tomamos los dos muy íntima y privadamente. Una unión espiritual, que es la importante. Haremos la ceremonia y celebraciones correspondientes al terminar nuestro proceso. Pero para nosotros ya somos un matrimonio y estamos felices», aseguró.

Y es que esta no sería la primera vez que la pareja vive una experiencia de este tipo. En 2017 estuvieron en la sede mexicana de Isha, lugar donde López se dio cuenta que «encontré al hombre que buscaba, un compañero que cultivara una disciplina espiritual».

La rutina espiritual

Sobre su experiencia en Uruguay, Patricia cuenta que se trata de una oportunidad para vaciarse y conocerse espiritualmente. Comparte pieza con cuatro compañeros, se levantan a las seis de la mañana y hacen una hora de ejercicio.

«Tenemos 30 minutos para desayunar frutas. Meditamos en colchonetas con los ojos cerrados por cinco horas. Almorzamos en 30 minutos y volvemos a meditar. Cenamos un menú vegetariano y finalizamos con reuniones de estudiantes y maestros donde compartimos cómo va nuestro proceso», agregó.

 


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