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¿En qué beneficia el baile a nuestro cerebro?

Se descubrió que los adultos que hacen habitualmente ejercicio físico, especialmente bailar, pueden revertir los signos del envejecimiento en el cerebro.

Un estudio desarrollado por el German center for neurodegenerative diseases determinó que las personas mayores que hacen habitualmente ejercicio físico, pueden revertir los signos del envejecimiento en el cerebro. Y entre todos los tipos de ejercicio, el baile es el que posee el efecto beneficioso más profundo.

«El ejercicio tiene el efecto de frenar o incluso contrarrestar el deterioro relacionado con la edad en la capacidad mental y física. En este estudio, se muestra que dos tipos diferentes de ejercicio (el baile y el entrenamiento de resistencia) aumentan el área del cerebro que disminuye con la edad», explica Kathrin Rehfeld, líder del trabajo.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores dividieron a los voluntarios con edades entre los 67 y los 71 años en dos grupos: en el de baile y el de ejercicio tradicional. Los mayores comenzaron un curso semanal que se prolongó durante 18 meses de aprendizaje de rutinas de baile o de entrenamiento de resistencia y flexibilidad.

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Como resultado, ambos grupos mostraron un aumento de volumen en la región del hipocampo del cerebro. Se trata de un hallazgo importante, ya que esta zona es propensa al deterioro cerebral relacionado con la edad, a la vez que desempeña un papel clave en la memoria y el aprendizaje, así como en el mantenimiento del equilibrio. Esta zona es la que se ve afectada por enfermedades como el alzhéimer.

Y si bien investigaciones anteriores ya habían demostrado que la actividad física  puede combatir el deterioro cognitivo asociado a la edad, se desconocía hasta ahora que  un ejercicio en particular podía ser mejor que otro: bailar.

Para evaluar este aspecto, los expertos distribuyeron distintas rutinas a los voluntarios según el grupo, diferenciándose en que el entrenamiento físico tradicional estuvo compuesto de ejercicios repetitivos, mientras que el grupo de baile se enfrentó a un reto nuevo cada semana.

«Tratamos de proporcionar a nuestros mayores en el grupo de baile rutinas  que cambiaban constantemente de género. De esta manera, los pasos, los patrones de los brazos, la velocidad y los ritmos cambiaban cada semana para mantenerlos en un proceso de aprendizaje constante», aclara Rehfeld.

Según los investigadores, este desafío adicional en el grupo de baile explicaría la diferencia perceptible entre el equilibrio de este grupo y los del grupo de ejercicios tradicionales, revelando mayores propiedades para combatir el deterioro cognitivo asociado a la edad.

 


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