Columnas FMDOS

¿Cómo educar a niñas y niños sexualmente inteligentes?

Escucha, Refuerza, Indaga, Contesta y Asegúrate. Revisa estos 5 pasos para responder cualquier pregunta, aunque no sepas la respuesta.

Young Spanish Family Together On Sofa In Family Home

Fernanda de 6 años está sentada en el mesón de la cocina, acompañando a su mamá mientras prepara el almuerzo. La niña está haciendo un dibujo de su familia e intenta escribir los nombres de cada uno.

De pronto se detiene, mira alrededor y pregunta: «Mamá, ¿qué significa virgen?». A la madre casi se le caen los platos al suelo. Miles de pensamientos la invaden en tropel y su frecuencia cardiaca se dispara, pero se arma de valor y comienza a balbucear su respuesta.

Después de una larga y confusa charla sobre sexo, religión, prácticas sexuales, reproducción humana y animal, hímenes y otras partes del cuerpo, su hija perpleja observa con detención la botella de aceite y le dice: «¿Y qué significa extra virgen?».

Para evitar situaciones como esta y poder responder a cualquier pregunta aunque no sepas la respuesta, te invito a que conozcas el método de los cinco pasos. Estos pasos los he resumido en el acrónimo ERICA (Escucha, Refuerza, Indaga, Contesta, Asegúrate). Al etiquetarse con un nombre te resultará más fácil recordarlo. Si conoces a alguna Érica y asocias el acrónimo a su cara, te será más fácil aún.

1-Escucha

El primer paso del método ERICA es escuchar la pregunta que nos estén haciendo. A primera vista puede parecer algo sencillo y que no requiere de mayor esfuerzo. Sin embargo, si recurrimos al diccionario de la Real Academia Española (RAE), se especifica que escuchar significa «prestar atención a lo que se oye». Y oír se define como «percibir con el oído los sonidos».

Como vemos, nuevamente se pone de manifiesto la importancia de la atención y de estar presentes (no podemos atender si no estamos presentes). Escuchar es un acto activo, consciente y voluntario. Implica detenernos y sin prisa poner atención a lo que nos están diciendo o preguntando, así como a todo lo que va más allá de las palabras.

La manera en que escuchamos a nuestros hijos también les entrega un mensaje; puede ser una oportunidad para honrarlos, estar presentes para ellos y transmitirles aceptación y respeto. Estos mensajes influirán en la manera de construir su autoimagen y su sentido de valor propio.

La escucha atenta y activa los alienta a expresarse, a participar y fomenta el desarrollo de sus propios pensamientos y opiniones. También es una forma potente de decirles: «Tú me importas». Si bien lo definiremos como el primer paso del método ERICA, esta actitud de escucha activa será fundamental a lo largo de todo el proceso. Acá, algunas sugerencias:

-Transmitir en todo momento que para ti es importante lo que te están comunicando o preguntando.

-Intenta responder la pregunta en el momento. Si no es el contexto adecuado (por ejemplo están en un ascensor con once personas más) o no puedes dejar de hacer lo que estás haciendo y darle toda tu atención, puedes decirle algo como «es una muy buena pregunta y tengo muchas ganas de que conversemos. Ahora mismo no puedo darte toda mi atención, pero voy a terminar muy luego y ahí podemos conversar mejor y con calma». De esta manera promueves la postergación de la gratificación inmediata (después podemos conversar mejor y con calma) y le expresas respeto e interés por lo que quiere preguntar.

-Permite que se exprese libremente, sin interrumpir ni corregir. Si en algún momento usa una palabra o concepto inadecuado, acláralo después, pero no mientras te está haciendo la pregunta.

-Pon atención a sus palabras y a lo que pueda haber tras ellas. Atiende a lo que necesita y a cómo se siente.

-Cuida que tu postura corporal, tus gestos y tu mirada reflejen atención y respeto. Los cuerpos cerrados (por ejemplo, con brazos y piernas cruzadas), y mirando al sudeste, dicen: «No estoy disponible». Los cuerpos abiertos y disponibles dicen: «Tienes toda mi atención».

2-Refuerza

En términos simples podemos entender los refuerzos como premios o consecuencias positivas. Al reforzar una conducta, aumentamos la probabilidad de que esta se repita en el futuro. Es decir, que nuestros hijos vuelvan a recurrir a nosotros para hacernos preguntas y resolver sus inquietudes. En términos generales, una educación basada en dar refuerzos más que castigos será más eficaz para ir construyendo las conductas que deseamos fomentar y ayudará a que nuestros hijos se desarrollen de forma más armónica, confiando en sus posibilidades y fortalezas.

Entonces, tomando el ejemplo del inicio, si tu hija te pregunta «¿qué significa ser virgen?», puedes sonreírle (de manera sutil para que no se interprete como que te estás riendo de su pregunta) y decirle algo como «esa es una muy buena pregunta» o «me gusta mucho que me hagas este tipo de preguntas y que conversemos de estas cosas».

En este caso, la consecuencia positiva o refuerzo es un elogio que servirá para motivarla a continuar con el comportamiento deseado. Lo que resulta reforzador no es igual para todos, pero la mayoría de los niños percibirán como algo gratificante un elogio de ese tipo o percibir la atención y alegría de sus padres. Un último punto a considerar es que los premios o refuerzos solo funcionan si se entregan inmediatamente después de que ocurre la conducta. Por lo tanto, si tu hijo te hace una pregunta, pero no puedes responder en ese momento, refuérzala de todas maneras y luego explícale que en ese momento no puedes darle toda tu atención, pero que en cuanto termines, le contestarás.

3-Indaga

Antes de apresurarte en dar una respuesta es importante que averigües a qué apunta la pregunta y qué es lo que tu hijo ya sabe al respecto. Con esto puedes orientarte respecto a cuánta información dar y qué decir. Todos hemos sido culpables de dar algo de información de más, alguna vez. Si esto ocurre no entres en pánico, ya que probablemente tu hijo la olvidará, puesto que no tendrá mucho sentido para él en ese momento.

Para clarificar puedes contrapreguntar y así él te podrá decir si eso es lo que quiere saber o no. Entonces, si te pregunta «¿de dónde venimos?», puedes decirle algo como «¿quieres saber cómo nacemos?». En ese caso puede que te confirme que a eso apunta su pregunta o que sea otra cosa totalmente distinta, como saber de qué ciudad vienen como familia o de si vienen llegando de la zapatería o la farmacia.

Y si quieres determinar lo que tu hijo ya sabe o entiende sobre el tema, podrías ensayar con un «cuéntame lo que sabes sobre eso» o «cuéntame lo que ya sabes sobre cómo nacen los bebés, para saber qué más decirte» o «¿quién te habló de eso y qué te dijo?», sin ánimo de regañar o de enjuiciar.

4-Contesta

Una vez que has dado todos los pasos previos es el momento de contestar a su pregunta. Recuerda que tu respuesta debe basarse en tu hijo, en su pregunta y en lo que sabe. Comienza por darle solo un poco de información a la vez. Luego, haz una pausa y espera mientras ordena sus ideas.

Al observar su lenguaje no verbal, escuchar sus comentarios o más preguntas que puedan surgir, podrás evaluar cuánto ha comprendido con tu respuesta. En función de eso, puedes darle más información según sea necesario. Con cada dosis adicional de información, recuerda hacer una pausa y evaluar su interés y comprensión.

No pretendas tener la respuesta a todas sus preguntas. Eso es humanamente imposible y es bueno que los niños sepan que no lo sabemos todo (y que somos humanos). Esta es una oportunidad para mostrarles qué hacer para encontrar información cuando la necesitamos.

Si esto ocurre, el mejor abordaje es ser honesto y decir «no sé». Puedes agregar algo como «no sé la respuesta a esa pregunta, ¿te parece si buscamos juntos un libro que nos enseñe a los dos sobre eso?» o «si te parece, podríamos preguntarle a la tía Cecilia que es doctora y sabe mucho sobre este tema» o «voy a buscarlo en Internet y cuando tenga la respuesta lo conversamos».

En este último caso (buscar en Internet y volver después con la respuesta) hay algunas consideraciones. Es probable que tus hijos te hayan visto cientos de veces buscando información en Internet, más que en una enciclopedia o en el Libro Gordo de Petete. Sin embargo, es importante aclararles que no todo lo que sale en Internet es cierto, entonces hay que saber bien cómo buscar. Puedes acompañarlos cuando quieran hacerlo. Si te hacen alguna pregunta relacionada con sexo, no te recomiendo que busquen juntos la respuesta en Internet, ya que es altamente probable que en cuanto escribas su pregunta en el buscador, te aparezca contenido para el que tus hijos no están preparados.

Otro punto relevante es que no te olvides de volver con la respuesta. Si se te olvida una vez, no pasa nada (no es necesario que te autoflageles). Pero si lo conviertes en costumbre, podrían pensar que no quieres hablar sobre esos temas, que no son importantes y dejarán de acudir a ti con sus preguntas.

5-Asegúrate

El último paso es asegurarte de haber respondido a su pregunta. Para hacerlo, puedes preguntarle «¿qué piensas sobre lo que te acabo de decir?», «¿respondí a tu pregunta?», «¿tienes más preguntas sobre eso?», «¿hay algo más que me quieras preguntar?», «¿hay alguna otra cosa sobre la que te gustaría que conversemos?».

Asegúrate también de dejar la puerta abierta para futuras conversaciones. Puedes reforzar el hecho de que haya acudido a ti para resolver sus dudas, ya sea agradeciéndole o comentando algo como «tu pregunta fue buenísima y me gustó mucho haber hablado de esto contigo». Finalmente, déjale en claro que si tiene más preguntas, te lo diga y que podrán seguir conversando de ese u otros temas.

Lee también: 6 asesinos de las relaciones de pareja que hay que evitar


Contenido patrocinado

En vivo

Si no supiste amar...